lunes, 1 de junio de 2009

DE UN ERROR MUCHOS



En esta Empresa sexagésimo quinta, compara Saavedra Fajardo los errores con las ondas que una piedra levanta en la superficie del agua. Dice así:
"Echada una piedra en un lago, se van encrespando y multiplicando tantas olas, nacidas una de otras, que cuando llegan a la orilla son casi infinitas, turbando el cristal de aquel liso y apacible espejo, donde las especies de las cosas, que antes se representaban perfectamente, se mezclan y confunden. Lo mismo sucede en el ánimo, después de cometido un error. Dél nacen otros muchos, ciego y confuso el juicio, y levantadas las olas de la voluntad. Con que no puede el entendimiento discernir la verdad de las imágenes de las cosas, y creyendo remediar un error, da en otro. Y así se van multiplicando muchos, los cuales, cuanto más distantes del primero, son mayores, como las olas más apartadas del centro que las produce. La razón es porque el principio es la mitad del todo, y un pequeño error en él corresponde a las demás partes. Por esto se ha de mirar mucho en los errores primeros, porque es imposible que después no resulte de ellos algún mal"
¡Cuán dolorosamente comprobamos en nuestros días el acierto y penetración de Don Diego!. Rodeados de gentes cuya incompetencia les impide acertar, y su soberbia reconocer y enmedar los errores, sufrimos, quien más quien menos, las consecuencias en nuestras propias carnes. Es dicho español aquel de "Sostenella y no enmendalla", y debía de tenerla en mente Saavedra cuando escribía:
"En esto fue tan sujeto a la razón el emperador Carlos Quinto, que, habiendo firmado un privilegio, le advirtieron que era contra justicia. Y, mandando que se le trajesen, le rasgó, diciendo: «Más quiero rasgar mi firma que mi alma.» Tirana obstinación es conocer y no enmendar los errores. El sustentarlos por reputación es querer pecar muchas veces y complacerse de la ignorancia. El dorarlos es dorar el hierro, que presto se descubre y queda como antes, Un error enmendado hace más seguro el acierto, y a veces convino haber errado para no errar después más gravemente."
No esperemos de los poderosos y encumbrados la humildad para reconocer un error, Seamos nosotros, siempre avizor, los que detectemos la perniciosa sociedad de ignorancia y soberbia, y anclémonos firmes para soportar el embate del oleaje que levantan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ALFREDO
Es que estos comentarios y sentencias de SAAVEDRA sólo son para gentío cultivado e inteligente, y salvando a los pocos liberales que nos reunimos aquí, el resto no es capaz de entenderle, a SAAVEDRA, ni a tí.
Pero es mejor así porque al final y de forma involuntaria, unos pocos normalitos de los de antes nos convertimos en élites e incluso en semi-intelectuales para toda esa canalla malandrina.
Un abrazo

cartasmarruecas dijo...

Yo, Javier, cada vez disfruto más con estas cosas, y sufro más con las banderías políticas y la actitud tabernaria de nuestros compatriotas. Me disgusta la propensión a la bronca y al rifirrafe, y sobre todo me hastía esta especie de irrenunciable griterío en el que nos han instalado. Presumimos de liberales, y hacemos bien. Sabes que nos han acusado poco menos que de querer matar a la gente de hambre con nuestras especulaciones y nuestros chanchullos. Deberían verme en el trabajo para saber que, cuando presumo de liberal, estoy haciendo profesión de una fe que nada tiene que ver con toda esa ralea. Solo es liberal aquel capaz de sostener sus posiciones con la fuerza del argumento (no de la consigna), con la firmeza que da la convicción (nada que ver con la tozudez, tan española), y sobre todo el que es capaz de mirar el tapiz por el reverso, de ponerse, aunque sea por un momento, en la posición del otro, aunque solo sea para saber que existe otra posición. Es liberal el que lee las borrosas sombras de los palimpsestos, en vez de quedarse con las claras letras del último que ha venido a escribir sobre un concreto asunto. Es liberal aquel que, entre la forma fácil de encarar la vida (consigna y vagancia) y la difícil (trabajo y reflexión), elige la última.
Espero haberlo definido bien.

Seguiré con Saavedra. Pocos autores hay en las letras españolas capaces de aportar tanto a nuestro siglo

Un abrazo

Anónimo dijo...

Interesante reflexión tanto para lo personal como para lo general. Los errores se pagan y es necesario ser consecuentes con las acciones emprendidas; es algo que debería aprender una gran parte de nuestra sociedad habituada ya a las acciones sin responsabilidades.

Un saludo

Natalia Pastor dijo...

"Un error enmendado hace más seguro el acierto, y a veces convino haber errado para no errar después más gravemente".
Deberían tatuarselo a fuego a Zapatero en el lomo,como si fuera un bovino.