No me voy a extender en comentar el sucedido. Mas que nada porque cuento con diez minutos de reloj para escribir esto. Cristina Losada lo ha hecho ya con inapelable precision y envidiable presciencia en Libertad Digital. Permitaseme añadir, solamente, que lo que ha hecho Aznar es lo que muchos españoles estamos deseando hacerles a esa colección de fachas de izauierdas (¡¡¡haganme caso, existen!!!) y sus corifeos.
Muy bien, Presidente.
(*) THE FIRST OF A MILLION KISSES es el titulo de un album del grupo Fairground Attraction. Desde que se publicó, estas palabras siempre me han venido a la memoria cuando considero que un hecho puede ser el primero de una deseable serie de hechos semejante. ¿Quien, ante el primer beso, no desea un millon más?.¿Quien puede resistirse a un millon de peinetas cuando ve la primera?. Sobre todo cuando la ve en un programa de "debate" de Cuatro.
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3 comentarios:
Siento no compartir contigo la bondaz del gesto de AZNAR. En un expresidente de Gobirno lo considero una ordinariez a la altura de los que le abucheaban y poco elegante.
Es mi parecer.
Lo siento, QUITA lo de "bondaz" y sustitúyelo por "bondad".
Durante una visita oficial a Álava en 2004, el Rey respondió a los radicales que le increpaban con una peineta en toda regla .
Decía Churchill que "la educación hay que dejarla por un instante en el armario,junto al abrigo y el sombrero,cuando se trata con gañanes".
Y es que la estrategia de la extrema izquierda pasa por el acoso y hostigamiento,cada vez más violento,contra el PP.
Si hacemos memoria,a raíz del atentado y la masacre del 11-M,el agit-pro se ha constituido como una forma de intimidación a lo chavista, contra los militantes y dirigentes del PP.
Acoso a sedes,pedradas, intentos de agresión a Güemes y Esperanza Aguirre ,pintadas con dianas,proclamas de muerte en Facebook,...
Lo grave es que esta manera de actuar de la extrema izquierda,socialistas,comunistas y sindicalistas se ha extendido no solo contra el PP,sino que alcanza a Rosa Díez o a Gloria Lago.
Así que, d hago mías las palabras de sir Winston Churchill.
La mejilla se pone una vez.
Dos, incluso.
Pero hay un momento para decir "hasta aquí hemos llegado".
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