La memoria es una cosa, y otra muy distinta son los recuerdos. La memoria se la construye cada uno, y como constructo individual, acaba lleno de mentiras, de medias verdades, o bien cubierto de un denso enjabelgado de ficcion y fantasía.
Los recuerdos son muy otra cosa. Los recuerdos son dolorosamente reales, densamente tangibles, aunque dificiles de aprehender. Nunca llegamos a poseerlos, sino que se presentan ante nosotros, revolotean, nos burlan y se van, a veces para no volver. Por eso los disfrutamos aunque sean dolorosos. Por eso los echamos, siempre, de menos.
Hoy, conduciendo, y oyendo la COPE, he oido una voz. Tres segundos en una cuña publicitaria. Como la madalena de Proust, ha sido un bofetón en lo más profundo de mi conciencia, en ese sitio donde la conciencia es preconciencia, donde nuestra vida se convierte en esa gloriosa y nebulosa infancia. Ha saltado un nombre: Jorge Cafrune, y una avalancha de dulcísimos recuerdos han retornado. Gracias a San Youtube he podido romperme las orejas escuchando una cancion que me ponían mis padres cuando ellos eran cinco años más jóvenes de lo que yo soy ahora. Se la brindo a Vds, porque además es una preciosidad.
2 comentarios:
Los recuerdos que tengo de Cafrune,están vinculados a mi padre,que cantaba aquello de "por que no engraso los ejes,me llaman "abandonao"...".
Es lo que tiene la madalena y Proust:que buscas "El tiempo perdido" entre aquellos recuerdos que forman el bagaje sentimental de nuestra memoria.
Y quieras o no,se escapa una lagrimita
"...si a mi me gusta que suenen, p'a qué los voy a engrasar".
Todo un canto al libre albedrío.
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