jueves, 28 de mayo de 2009

MIEDO, SENECTUD Y CAMPAÑA ELECTORAL

Una de las cosas que más me llama la atención de la senectud es lo asustadizas que vuelve a las personas. Caracteres que han sido, durante toda su vida, ejemplo de valentía y arrojo ante las exigencias cotidianas, se vuelven infantilmente timoratas. Situaciones que, en los años juveniles o maduros son tramitadas incluso con una desdeñosa soltura, se convierten en infranqueables puertos ante los que las rodillas flaquean y el ánimo claudica. En los casos más extremos, la decrepitud física vieneacompañada de una penosa propensión al lloriqueo, y de una conmovedora búsqueda de cariño y protección.

Esta peculiar involución hace que los ancianos y jubilados sean especialmente vulnerables a la depredación, a la acción de gentuza sin escrúpulos que saben azuzar estos miedos para conseguir sacarles hasta los higados. Lo hemos visto en casos como AFINSA, asunto en el que una proporción notable de damnificados eran pobres gentes que querían "sacarle un duro más a la pensión". Desalmados de esta catadura deberían estar colgando de los árboles.

Y esos arboles deberían tener una rama especialmente reservada para la patulea del PSOE. Solamente un sinverguenza, una rata indocumentada y soez, un manipulador, un mentiroso, un estafador de la talla de Rodriguez Zapatero es capaz de dirigirse especificamente a este grupo tan emocionalmente vulnerable para hurgar con el enfangado palo de su doctrina en sus miedos más arraigados (el hambre, la soledad y la desprotección).

Conseguirá sus votos, porque no hay muchas fuerzas tan eficaces como el miedo. Todos los dictadores se han valido de él para conquistar y mantener el poder. No hay totalitarismos que se sustenten en la generosidad o en decisiones racionales. El recurso al miedo, tan caro al socialismo español, demuestra hasta que punto nuestro sistema está moralmente corrompido. La promoción del miedo entre los más desfavorecidos, valiendose además de las más burdas mentiras, demuestra hasta qué punto Zapatero es un personaje oscuro y malvado.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu observación es certera totalmente y me congratulo de que a mis edad aún no he debido de entrar en tal estado de decrepitud.

Cierto que los mayores se asustan de casi todo y de que se acostumbran a una rutina en la que cualquier alteración mínima los pone sumamente nerviosos.

Cualquier información de algo que deben de hacer por necesario y no habitual, los sume en pánico o en buscar a alguien que les haga lo que ellos toda la vida han hecho sin más realce en sus quehaceres.

Y que de eso se aprovechan los canallas, como bien explicas.

He observado que, en cambio, a mí me sucede lo contrario : creo que ahora tengo más coraje y decisión que nunca para enfrentarme a lo que se presenta. Y tengo 70 tacos.

Con lo que quiero decirte que esa senilidad o estado de temor de la ancianidad cada vez nos llega más tarde.
Un abrazo